Casa Pukara
Año: 2024
Ubicación: Cayambe, Ecuador
Área: 24 m2
Diseño y Construcción: El Sindicato Arquitectura
Fotografía: Eduardo Espinosa Garate
Ilustraciones y esquemas: El Sindicato Arquitectura, Erika Galarraga y Eduardo Espinosa Garate
Ubicado en las faldas del volcán Cayambe, en la zona rural de la ciudad homónima, el terreno familiar de casi cuatro hectáreas ha estado históricamente dedicado al pastoreo, al cultivo de pastos y hortalizas, y a la producción artesanal de quesos. En él se levantan ya una casa de campo, un establo, una quesera, bodegas, un reservorio de agua para riego y las ruinas de una antigua estructura de almacenamiento de alimento para animales.
El proyecto propone una nueva capa de uso sobre esta infraestructura agrícola existente: una intervención mínima y sustentable que responde a la visión de Daniel, el hijo de la familia, quien busca integrar una oferta de alojamiento rural de bajo impacto. La propuesta permite a los visitantes desconectarse de la ciudad y habitar, aunque sea por unos días, la tranquilidad del campo y su vínculo profundo con el paisaje y la producción local.
En la parte alta del terreno, sobre el muro del reservorio de agua, se emplaza Casa Pukará, un refugio autónomo diseñado para estancias breves. Desconectada de la red eléctrica, de agua potable y alcantarillado, la vivienda aloja hasta cuatro personas en un monoambiente escalonado que separa, a través de niveles, el dormitorio y el espacio de lectura del área social y la cocina.
Una escotilla ubicada en el dormitorio permite acceder al sótano, rehabilitado a partir de los restos de la estructura previa para almacenamiento de alimento animal. En este espacio semi-subterráneo se encuentra el baño, acompañado de un pequeño patio privado que aprovecha la topografía y las preexistencias, evitando nuevas construcciones innecesarias.
La morfología de la casa y la disposición de sus aperturas responden al análisis climático del sitio y a las circulaciones internas del predio. Una fachada baja y ciega enfrenta los vientos dominantes y la vía principal, alojando los espacios de servicio como sofá y cama. Las fachadas laterales se abren generosamente hacia el paisaje: una enmarca la vista al valle, la otra se orienta hacia el reservorio y el volcán. La cuarta fachada, orientada hacia el interior del terreno, se abre solo en la parte superior para garantizar iluminación natural sin comprometer la privacidad, y alberga equipamiento empotrado como la cocina, la biblioteca y la bodega de servicio hacia el exterior.
Toda la estructura fue prefabricada en taller mediante un sistema de paneles desmontables totalmente terminados. El diseño permite que Daniel pueda ensamblar la casa junto a su padre, siguiendo un manual básico y utilizando únicamente herramientas inalámbricas sencillas como taladros y atornilladores. Esta estrategia constructiva responde a las condiciones del sitio: sin acceso a energía eléctrica y con limitaciones logísticas que impiden el transporte de una estructura terminada. Más allá de la eficiencia, esta decisión honra el deseo de construir con sus propias manos, y da continuidad al vínculo familiar con el territorio.



